Iglesia y convento Nuestra Señora de la Merced
El
templo mercedario fue construido bajo las órdenes de Fray Francisco de
Bobadilla, este se levantó de paja y cañería, luego en 1530 se construyó de
tapia por temor a los constantes incendios, el primero se había quemado
completamente al igual que gran parte de casas del pueblo que eran de paja. Fue
uno de principales edificios al servicio de la Corona cuyo objetivo constructivo era atender la necesidad
espiritual de los colonos, fortalecer su fe y hacer extensiva la evangelización
de forma que llegase hasta los in conversos indios.
Fue
reedificado en 1539 de piedra ladrillo y teja, Fray Diego de Alcaraz fue el comendador, y principal ejecutor de este
edificio. Estuvo en el cargo por 13 años y muchos méritos recibidos por los
mercedarios se hicieron gracias a su
honradez y buena conducta.
En
1542, era de tres naves con arco de ladrillos, Tenía buenos ornamentos, gracia
a los esfuerzos de los padres Mercedarios. Tenía las pilastras las arcadas y
las esquinas de ladrillos y las paredes eran de tapia. Diariamente se rezaban tres misas y los
sábados y Domingos o fiestas especiales se hacían misas cantadas con órganos.
Este
templo guardó durante 474 años los restos óseos de importantes figuras política
de la ciudad como Francisco Hernández de Córdoba, "degollado" en 1526
y enterrado por el pueblo "honradamente" en la capilla del mismo,
Además se encontraron los restos de Pedrarias Dávila, quien muriera de
"vejez y pasiones" en 1531, fue enterrado en este templo con todos
los méritos de un hombre enviado por la corona.[1]
Los restos de estas importantes figuras fueron encontrados por arqueólogos del
Instituto Nicaragüense de Cultura en Mayo del año 2000.
En
la actualidad este templo recibe el segundo domingo de noviembre la imagen de
Nuestra Señora de la Merced, que es traída en peregrinación desde la ciudad de
León, conmemorando así el patronazgo de la ciudad desde su fundación.
2. Monasterios:
Como
se decía anteriormente las órdenes religiosas instauradas en la ciudad de León
fueron tres. Los frailes construyeron sus monasterios con materiales
poco duraderos de forma que la vida de los mismos fue de corta duración, por
otro lado la situación hostil en la provincia hizo que abandonaran sus centros
religiosos. Al final de la ciudad únicamente existía el monasterio de la Merced
que será del cual nos ocuparemos en este caso, del convento Franciscano y
dominico, hasta hoy, no existe evidencia física, a menos visible, en esta vieja
ciudad.
Monasterio:
Fundado
en 1528 por Fray Francisco de Bobadilla, junto a otros cuatro religiosos entre ellos estaban
Fray Alonso Dominó y Fray Sebastián de Betanzos. El Padre Bobadilla fue
nombrado provisor eclesiástico del instaurado convento y por ello tenía mucho
que ver en la situación religiosa y social relacionada con los indios en los
primeros años de la conquista.
Inicialmente fue levantado de paja y por la debilidad de este material,
éste (primer) convento se quemó. Fue reedificado con materiales más firmes
y duraderos (tejas, ladrillo), el
responsable de la construcción fue Fray Diego de Alcaraz, quien fuera el
comendador del convento por espacio de 13 años. Aun con todo el esfuerzo del Padre Alcaraz el
convento no logró concluirse, es hasta 1539 que Fray Sebastián de Betanzos que
se encontraba en España solicita la aprobación de trasladar a la Provincia de
León dos esclavos negros un albañil y un carpintero para la
Conclusión
de la obra, después de este año se terminan las construcciones del templo y el
Monasterio de la Merced.
Este
monasterio tenía indios encomenderos, Pedrarias Dávila, le había dado por
encomienda a los indios de Mabitia y Mabite, a los que se les agregó el pueblo
de Nagarote por aprobación del Lic. Castañeda.
Durante
los primeros años de la conquista este edificio al igual que la Iglesia de la
Merced fueron las primeras estructuras al servicio de la corona.
Este
monasterio fue testigo mudo de diferentes actos violentos ocurridos en la
ciudad, principalmente entre 1543 y 1544.
Los
estudios arqueológicos realizados en este edificio, evidencian la presencia de
entierros, lo que indica que los españoles estaban enterrando a sus deudos en
sitios sagrados.
En
Cedula 9 de abril de 1557, firmada por
la reina se anima a los religiosos, provinciales, priostes y guardianes de las
órdenes y a todos los encargados de la
salvación de las almas a seguir en la
construcción de monasterios y se
advierte que no se hagan los monasterios cerca, sino en otro lugar “distancia de
leguas” lo cual era conveniente para que el adoctrinamiento se pudiera repartir más cómodamente para todos los naturales y para los otros actos y oficios
“...que
se haga monasterio en la tierra en los
lugares que conviene y que haya no más falta de doctrina”[2]
Esto
motivó a mejorar el convento mercedario que había pasado por situaciones
dolorosas, además impulsó a las otras
órdenes a enviar frailes a Nicaragua, sin embargo no pudieron levantase debido
a la pesada situación de pobreza y abandono que se vivía en la zona.
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